AXIS MUNDI


Las llamadas comunidades arcaicas convivían bajo una concepción animista del mundo que habitaban. Creían en una trascendencia en la que los ancestros y el chamán tenían un papel fundamental. El chamán era el mago, el médico, el psicopompo y guía espiritual. De su universo simbólico podemos destacar la iniciación que le capacitaba para ejercer su función y el tótem como símbolo del viaje chamánico a través del Cielo, Tierra e Infierno. 

Pasados los milenios podemos constatar que este arcaico simbolismo del chamán se ha globalizado y ha permanecido presente hasta nuestros días. Sin duda con el devenir del tiempo y las aculturaciones el simbolismo se ha enriquecido, pero en ningún caso ha cambiado su sentido sagrado. Con la llegada del Neolítico el misterio del “nacimiento-muerte-renacimiento” encuentra su expresión en los ciclos naturales de la agricultura que serán la base en la que se inspirarán los misterios antiguos, como los de Eleusis que según J. Campbell instruyen sobre “la muerte de la naturaleza animal del hombre y la resurrección de su naturaleza espiritual”. Los nuevos dioses sustituyen al antiguo fuego chamánico y ellos serán los nuevos psicopompos que viajaran del Olimpo al Hades y tendrán potestad sobre el destino de los humanos. Por su parte, el tótem chamánico ha sido renombrado como el lingam de Shiva o el “Axis Mundi”. 

Podemos destacar las semejanzas entre el mito de Deméter y Demofón con el que nos cuenta Plutarco cuando la diosa Isis también fracasó en el intento de inmortalizar, a través del fuego, al hijo de Astarté. Este fuego purificador, al igual que el de la Hoguera de Heracles, pretendía eliminar los atributos “titánicos” de los hombres que les privaban de la inmortalidad. Ante tal fracaso Demeter/Isis instaura los Misterios que permitirán sobrevivir al hombre en su descenso al Hades. 

La “Félix Culpa” cristiana también evoca este viaje en el que Jesús desciende al infierno para liberar a Adán, a Abraham y al resto de patriarcas, profetas y justos del Antiguo Testamento que esperaban su liberación a través de la redención de Cristo, que nació por medio de la Virgen María. Este camino de retorno, el retorno del hombre-dios, fue posible porqué primero existió una separación inducida por la expulsión del Paraíso. 

Deméter, Isis, Atenea, María se nos aparecen como salvadoras o mediadoras entre Dios y el hombre, son el principio femenino, el eje horizontal que permitirá al hombre regresar al centro de la cruz. 

Podemos interpretar que el eje vertical de la Cruz, el tótem del chamán, el Axis Mundi o el obelisco egipcio conectan el Centro de la Tierra con el Cielo. Las raíces del Árbol del Mundo descansan en el Infierno, el tronco emerge en la Tierra y su copa alcanza el Cielo. Este es el eje por el transita el chamán en su cualidad de psicopompo. 

Los hombres, hijos de la creación, pueden transitar por el eje horizontal, desde el exterior hacia el interior, en un viaje iniciático de retorno al centro a través del principio femenino que permite el nacimiento, la muerte y el renacimiento

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