La vía iniciática


Cuando Dios terminó la creación del mundo, empieza a contemplar la posibilidad de crear al hombre, cuya función será meditar, admirar y amar la grandeza de la creación de Dios. Pero Dios no encontraba un modelo para hacerlo. Por lo tanto se dirige al primer ejemplar de su criatura, y le dice: "No te he dado una forma, ni una función específica, a ti, Adán. Por tal motivo, tendrás la forma y función que desees. La naturaleza de las demás criaturas la he dado de acuerdo a mi deseo. Pero tú no tendrás límites. Tú definirás tus propias limitaciones de acuerdo con tu libre albedrío. Te colocaré en el centro del Universo, de manera que te sea más fácil dominar tus alrededores. No te he hecho mortal, ni inmortal; ni de la tierra, ni del cielo. De tal manera, que podrás transformarte a ti mismo en lo que desees. Podrás descender a la forma más baja de existencia como si fueras una bestia o podrás, en cambio, renacer más allá del juicio de tu propia alma, entre los más altos espíritus, aquellos que son divinos." 

Esta cita pertenece a Giovanni Pico della Mirandola que fue un humanista y filósofo italiano del siglo XV que se esforzó en demostrar que la verdadera naturaleza del cristianismo era la confluencia de todas las tradiciones filosóficas anteriores, incluidas la filosofía griega, la alquimia y la cábala. 

La cita sitúa al hombre en una situación privilegiada respecto al resto de la creación y en posición intermedia entre el Cielo y la Tierra, dejando a su libre albedrío la opción de vivir en la tierra como un simple animal o la de alzarse en busca del camino de la divinidad. 

A lo largo de la historia y a partir de la toma de consciencia de su espiritualidad el hombre ha buscado y sigue buscando la escalera al Cielo ya sea por medio de la vía mística o la vía iniciática. Estas dos vías se muestran como caminos hacia el mundo de lo divino pero hay que tener presente, tal como les sucede a Dante en la Divina Comedia, que la vía mística separa al hombre de la Tierra y sólo es accesible para seres extraordinarios como fueron por ejemplo, Jesús o Buda. 

En su intento de ascensión mística Dante es detenido por tres fieras que se interponen en su camino, una pantera, un león y una loba hambrienta. La pantera representa el pecado de la lujuria que padeció Dante, el león simboliza la soberbia, el orgullo y la ambición moral de su propia naturaleza, y la loba hambrienta la avaricia y la codicia del poder papal y político de su tiempo. 

Ante la imposibilidad de poder seguir avanzando hacia la Luz, aparece Virgilio diciéndole que para proseguir debe seguir otra ruta, la iniciática. De esta forma se ofrece a ser su guía y empezar el descenso hacia el infierno, donde en su interior se encuentra el camino hacia el Cielo. 

Este descenso al infierno, al inframundo, o al interior de la tierra representa el regreso al útero de la Gran Madre y tiene sus correspondencias con el VITRIOL y la máxima Solve et Coagula de la alquimia, el despojo masónico de los metales, el segundo nacimiento de la filosofía perenne y, entre otros, el proceso de individuación de Jung en el que el descenso al inframundo equivale al viaje a lo inconsciente de la mente. 

Los cultos mistéricos de antigüedad como el de Isis, Eleusis, Dionisos o Mitra, el hermetismo, el pitagorismo, el gnosticismo, la cábala, la alquimia, el neoplatonismo, el rosacrucismo son algunos ejemplos de las tradiciones iniciáticas por las que ha transitado la humanidad a lo largo de la historia. 

En la masonería podemos ir descubriendo muchas analogías con todas estas antiguas tradiciones que anhelan ascender por la escalera de Jacob. Todas ellas comparten, con distinto nombre, un único misterio basado en la muerte y la resurrección que hace referencia a la muerte de lo viejo, que representa nuestra naturaleza animal y el nacimiento de lo nuevo simbolizado por nuestra naturaleza espiritual. 

Según la mitología Dioniso era el hijo de Zeus y Perséfone, antes de que esta se convirtiera en reina del Hades. El pequeño creció en Creta, protegido por los mismos guardianes que habían guardado a Zeus de los ojos de Cronos. Pero los Titanes, cuando se enteraron que Zeus había nombrado a Dionisos su sucesor para gobernar sobre los dioses, atrajeron al pequeño con juguetes dorados y se abalanzaron sobre él, lo despedazaron y empezaron a devorarlo. Atenea interrumpió el espantoso banquete justo a tiempo para rescatar el corazón del pequeño, lo encerró en una figura de yeso en la que Zeus insufló vida y lo resucitó. A continuación Zeus fulminó a los Titanes con su rayo. Según el mito, de las cenizas nació la raza humana, que posee la parte terrena de los Titanes y la parte divina de Dioniso. 

Este mito, del niño resucitado, fue el que inspiró el ritual de los misterios de Orfeo, a quien se atribuye la creación de los Misterios Menores y los Misterios Mayores. Los Misterios Menores, también conocidos como los Misterios de Isis, guardaban relación con la purificación de los iniciados y la semilla que debe ser sembrada en el interior de la Tierra. Los Misterios Mayores, también asociados a Osiris, recreaban el fruto de la purificación de los elementos titánicos que permitía el renacimiento de la naturaleza divina, simbolizaban la liberación del hombre por Dioniso.

Comentarios